¿Te encuentras adoptando los gestos y las expresionea faciales de tu pareja o de una amiga inconsientemente ?
Imitar inconscientemente las expresiones faciales, los gestos con las manos y otros comportamientos es algo que los humanos hacemos con bastante regularidad. Somos muy aptos para imitar inconscientemente los comportamientos de la persona con las que estamos.
Esto lo hacemos por varias razones, pero los psicólogos creen que hay una razón particularmente interesante: tiene el potencial de hacer que las personas sean como nosotros. Cuando nos llevamos bien con alguien, a menudo nos encontramos imitando su comportamiento, y la otra persona percibe, y esto a su vez refuerza los sentimientos positivos.
La imitación es el origen de la empatía
Hace años, unos científicos que estaban estudiando el sistema nervioso en monos descubrieron un tipo de células a través de la imitación entre ellos. De esta forma se descubrieron las neuronas espejo: células que nos ayudan a sentir lo que la otra persona siente.
Las neuronas espejo son la forma en que la naturaleza nos invita a preocuparnos por los demás. Varios estudios científicos han demostrado que los humanos tendemos inconscientemente a imitar a los demás. Sobretodo se ha visto en bebés y niños menores de 10 años, que son la expresión más pura de nuestras emociones.

Sin darnos cuenta, copiamos las expresiones faciales, gestos y patrones de lenguaje de las personas que conocemos. Muchos psicólogos creen que reflejar a los demás ayuda a comunicarnos porque contribuye a que pensemos y sintamos del mismo modo.
En realidad se ha hablado mucho de porque imitamos a los demás.
Después de todo, como dice un viejo refrán, «la imitación es la forma más sincera de adulación». Pero este viejo cliché en realidad está llegando a un fenómeno que los psicólogos llaman el efecto camaleón.
Los psicólogos, John Bargh y Tanya Chartrand, inspirados por décadas de investigación psicológica demostraron que cuando percibimos el comportamiento de otra persona, era probable que nos comportamos de manera similar cuando nos agradaba.
Ellos tenían especial curiosidad sobre la idea de que esto podría aumentar la afinidad entre las personas. Su hipótesis era que cuando imitamos el comportamiento de alguien, esa persona nos querría más.
Chartrand y Bargh definen el efecto camaleón como el reflejo o imitación inconsciente del comportamiento de las personas con las que estamos.

Experimento sobre el efecto camaleón.
Chartrand y Bargh diseñaron algunos escenarios experimentales diferentes para probar su hipótesis. Primero, los investigadores crearon una situación en la que se les pedía a los estudiantes que se reunieron con uno de los experimentadores que estaban involucrados en el experimento, conocidos como confederados.
En el primer experimento, los investigadores estaban buscando para ver si, de hecho, se produciría un comportamiento de imitación. Los confederados y los estudiantes se sentaron en lados opuestos de un escritorio en una habitación y revisaron juntos una serie de fotografías.
Los confederados participaron una serie de comportamientos diferentes, como golpear los pies, tocarse la cara o sonreír. Los resultados mostraron que todos estos comportamientos aumentaron en los participantes cuando los confederados participaron en ellos.
La siguiente parte del experimento se propuso probar lo que esto podría significar. En otras palabras, ¿hay un propósito para imitar el comportamiento de las personas o es simplemente un producto de la interacción social?
Para probar esto, los participantes fueron enviados a una habitación diferente con otro confederado, donde la pareja discutía una fotografía. Esta vez, los confederados imitarían algunos de los comportamientos de los participantes y no de otros.
Posteriormente, se pidió a todos los participantes que calificaran cuánto les gustaba el confederado. Los investigadores encontraron que los participantes que habían sido imitados calificaron al confederado más alto que aquellos que no habían sido imitados.
Estos resultados respaldan la hipótesis de los investigadores de que imitan la creciente afinidad entre dos personas y, por lo tanto, van más allá de ser simplemente un producto de interacción social.
En conclusión, las personas sienten una buena relación con quienes imitan naturalmente sus movimientos.
La imitación no intencional y la imitación funcionan como una cohesión social. El efecto camaleón en realidad se convierte en una cálida respuesta que facilita las interacciones sociales.
Las personas generalmente lo hacen casi instantáneamente sin darse cuenta, y en la mayoría de las ocasiones, hacerlo realmente aumenta su simpatía.
También se concluyó que las personas enfáticas, o aquellas que fácilmente toman la perspectiva de los demás, reflejan las acciones de otras personas con más frecuencia. «Los que prestan más atención imitan más», dice Chartrand, y hacen más amigos en el proceso.
Si imitas sutilmente el lenguaje no verbal seguramente lograrás gustar más a los demás, pero hasta cierto límite. Mucho cuidado con pasarte y hacerlo de forma indiscriminada, porque se ha demostrado recientemente que el exceso puede provocar el efecto opuesto y consecuentemente, el rechazo. La clave es adaptarlo a la situación y a la persona que tengas delante.
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