#Quedateencasa. Con este «hashtag» se está alentando a la gente para quedarse en sus casa y tratar de sobrellevar con calma esta pandemia, pero.. aun sigue habiendo personas que toman las recomendaciones a la ligera, y peor aún, lo toman de cachondeo y de juego.

En diferentes partes del mundo se están viviendo diferentes niveles de actividad COVID-19. En Los Estados Unidos a nivel nacional se encuentran actualmente en las fases de iniciación, «supuestamente».

Pero en los estados donde se está extendiendo rápidamente como lo son California y Nueva York, la comunidad están en la fase de aceleración. La duración y la gravedad de cada fase pueden variar según las características del virus y la respuesta de las personas y de la salud pública.

Esta pandemia, representa un desafío enorme para todos. No es fácil quedarse en casa con la preocupación de pensar cómo pagaremos nuestro alquiler y utilidades. Se dice que habrá ayuda monetaria, pero esta ayuda no será para todos.

En Los Estados Unidos, viven más de 10.500.000 inmigrantes indocumentados, la mayoría radican en California y Nueva York. Ellos son los más afectados ya que no podrán recibir ayuda de los beneficios económicos, estatales y federales.

¿Cómo me protejo a mí y a mis seres queridos de COVID-19?

Evitar el contacto cercano con personas que están enfermas. Cubra su boca al toser o estornudar con un pañuelo desechable. Evita tocarte los ojos, la nariz y la boca. Limpia y desinfecta objetos y superficies que se tocan con frecuencia.

«Quédate en casa», excepto para recibir atención médica. Si estás enfermo, limite el contacto cercano con los demás. Lávate las manos con frecuencia con agua y jabón durante al menos 20 segundos. O usa un desinfectante para manos a base de alcohol con al menos 60% de alcohol.

Momento de locura y de reflexión.

Y de repente despertamos un día y todo cambio. El mundo ya no era igual. En Disney se apagó la magia. La Muralla China no era tan fuerte. Ahora Nueva York si duerme. Y ningún camino nos quiere conducir a Roma. Un virus se corona como dueño del mundo y nos dimos cuenta de nuestra fragilidad.

Ni los avances tecnológicos y médicos han podido frenar un virus. No sabemos si el daño es un propósito o una irresponsabilidad de nosotros mismos, pero la amenaza está ahí cada día más fuerte.

La escasez de productos nos demuestra una vez más la ignorancia y lo egoístas que somos. Hacemos caso omiso a las alertas, y nuestro ego no nos deja ver que estamos poniendo en peligro no sólo nuestra vida, si no la de los demás.

«Por Favor», cuidate y cuida de los demás, y que Dios nos proteja a todos.